La masacre de los Pilagá y el negacionismo
El 10 de octubre de 1947, en pleno gobierno democrático
de Juan Domingo Perón, cientos de indígenas Pilagá fueron asesinados en Rincón
Bomba, un paraje cercano a Las Lomitas (Formosa) y luego fueron perseguidos durante casi un mes, torturados (las mujeres abusadas),
fusilados, quemados y enterrados en fosas comunes por parte de Gendarmería.
Este 12 de octubre pasado de 2017, en la ciudad de Carlos
Paz (Córdoba) se proyectó el documental “Octubre Pilagá – Relatos sobre el
silencio” a 70 años de la masacre en Rincón Bomba. Esta producción fue estrenada en
2010, bajo la dirección de Valeria Mapelman, y desarrollada por un equipo de
trabajo que se introdujo en el monte formoseño para recuperar los testimonios
de los sobrevivientes de esta masacre olvidada de la historia reciente de
nuestro país. Sobre todo omitida por quienes se llenan la boca hablando de memoria en tiempos de democracia. En
este grupo de investigadores se encuentra Lionel Bravo, quien estuvo presente
en la proyección, y brindó un espacio para consultarlo e intercambiar
opiniones. De esta charla quiero desprender las cuestiones más importantes de las que habló Bravo con respecto al juicio, y que
tienen que ver con la manipulación de la información por parte funcionarios, antropólogos,
abogados, gendarmes, y medios oficiales, todos cómplices del Estado Nacional, todos culpables del genocidio.
El juicio empezó en 2006. Los abogados que se acercaron
a la comunidad Pilagá son del Chaco, presentaron la demanda sin consultarles, contando una historia distinta a la que relatan ellos. Es decir, ellos
relatan que se habían juntado desde septiembre, en una celebración que hacía el
chamán para sanar a la comunidad, se juntaban entre 2 mil y 3 mil personas, y
el 10 de octubre los empiezan a matar. El abogado tomó un artículo de una
revista que saca gendarmería en 1996 con Menem, donde cuentan que se trató de
un levantamiento indígena con enfrentamiento. Luego unos antropólogos de la
UBA, siguiendo el mismo juego que gendarmería, presentan este hecho como un
enfrentamiento, donde los Pilagá tenían armas, presentándolos como seres
religiosos, inferiores, etc. Entonces los abogados toman estos relatos de la
revista de gendarmería y de los antropólogos y lo presentan en la demanda, y no
los ponen a ellos (a la comunidad Pilagá) como parte querellante, entonces no
tienen acceso al juicio. Y así pasó mucho tiempo. Valeria Mapelman (directora
del documental) cuando lee el escrito se los transmite a los Pilagá,
sinceramente fue muy difícil contarles lo que estaba pasando, y comenzaron a ver como habían sido engañados
por sus propios abogados, y cuando sale la película (que se presentó en 2010)
tuvo cierta difusión, y a partir de ahí Nilda Garré (ministro de Defensa) manda
a llamar a todos los responsables por parte del estado, en ese momento eran 3 o
4 gendarmes y el copiloto del avión (quien disparó a mansalva con una
ametralladora contra la comunidad) pero habían muerto y el único que quedaba vivo
era el copiloto del avión que fue procesado por crímenes de lesa humanidad,
pero igualmente nunca declaró, metiendo excusas para frenar el juicio. Y este
año, que se iba a llevar a cabo el juicio oral, muere el copiloto Carlos
Smarchetti en enero, y no llega al banquillo. Carlos Smarchetti, copiloto e
historiador, fue contactado por la producción del documental y relató la
versión Pilagá, sin embargo no confesó haber disparado, sí haber salido del
Palomar, en Resistencia haberle puesto la ametralladora, y que se iba
comunicando con la parte terrestre para agarrar al cacique Pablito (que era a
quien más querían capturar). Carlos Smarchetti fue historiador, de la historia
oficial, fanático de San Martin, tiene un libro que se ha repartido en las
escuelas porteñas de San Fernando (donde él nació), San Isidro, entre otras, presentándolo
como un héroe a Smarchetti, un genocida, que murió sin ser juzgado.
Durante el Gobierno de Néstor Kirchner y en pleno apogeo
de la discusión de derechos humanos el Gobierno Nacional se presentó en la demanda
del pueblo Pilagá por esta masacre alegando que la misma no tenía carácter de
genocidio ni de delito de lesa humanidad y que el pueblo Pilagá no era
originario, como si eso lo exentara de toda culpa. Los mismos que hoy quieren
castigar el negacionismo, lo fomentan.
Este es uno de los tantos motivos que me ponen al margen
de los movimientos políticos. Octubre, un mes manchado con mucha sangre
originaria. Nada para festejar, menos para votar.
Documental completo:
Octubre Pilagá
Gendarmes a indagatoria (2012)
Leonardo Mesa / extremosampler
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